La Troika
ha decidido intervenir España debido a su grave situación económica. El nuevo
Presidente, un alemán rígido e implacable, ante las sátiras que ridiculizan su
trabajo, prohíbe las actuaciones cómicas, escudándose en que provocan
crispación social y promueven un estilo de vida despreocupado en un momento en
el que la prioridad para los españoles debe ser el trabajo y la productividad.
Ángel es un ex cómico. Un día recibe la visita de Patricia, una antigua
compañera. Ella está reuniendo a los cómicos para formar un grupo rebelde que
se subleve ante el nuevo orden impuesto. Quiere que Ángel se una. Patricia
piensa que si realizan una acción conjunta de desobediencia, la sociedad les
apoyará. Ángel cree que está loca; él ha perdido la fe en el sentido del humor de
los españoles y mucho menos piensa que les quede espíritu de rebeldía. Sin embargo, cuando Patricia le revela que Eva,
otra cómica, ha sido apresada por organizar monólogos clandestinos, Ángel decide
ayudarla.
El grupo rebelde, ahora con Ángel entre ellos, consigue libertar a Eva.
Pero durante la operación Ángel es reconocido por el Comisario Mota, un ex cómico que se ha pasado al bando contrario y cuyo
cometido es perseguir y capturar a todos los cómicos que se atrevan a sublevarse
contra la ley. Ahora Ángel debe permanecer en clandestinidad junto a Patricia y
los otros. Es entonces cuando el grupo rebelde decide llevar a cabo su gran
acción de desobediencia: saldrán a la calle a realizar monólogos en distintos
puntos de la capital. Ángel piensa que es un suicidio, pero se deja convencer
por sus compañeros: su sentido de la lealtad no le permite darles la espalda
ahora.
Cuando los cómicos llevan a cabo la acción, la
fuerzas del orden, dirigidos por Mota, salen a la caza, y capturan a todos los cómicos… ¡menos a Ángel!, que a partir
de ese momento se convierte en el enemigo público nº 1.
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